¿Dispuesto a vivir?

Vivir significa enfrentarse a la vida. Reir, discutir, sentir. Enfadarse y alegrarse. Opinar. Aceptar y rechazar. Vivir comprende un término base: luchar. Desear no morir. Querer seguir adelante siempre. Vivir significa querer vivir bien. No dejar que el tiempo pase y morir deprimido. Intentemos hacer que nuestra vida sea mejor. Hablemos... No sé, ¿de vivir?

martes, 2 de noviembre de 2010

Mi mitad



Dice una antigua leyenda que los dioses ancestrales dividieron a las personas en dos. Este hecho poco casual provocó que el alma de cada persona, y su ser en general, fuera separada de la otra mitad de su existencia. Nos maldijeron, sí, pero también nos dieron un regalo, la oportunidad de encontrar a nuestra otra mitad, la posibilidad de llegar a sentirse completo, de sentir lo que es el amor de verdad.

Me siento vacío. He encontrado a mi mitad, a la persona que me hace sentirme completo, absoluto, que me hace ser feliz. ¿Las mariposas en el estómago? Existen, soy testigo de ello. Pero mi mitad se ha alejado, y el problema viene ahora, cuando las mariposas se encogen, se resguardan en un frío asolador que hace que solo puedan aguardar, esperar a que alguien las inunde de nuevo con su fuego y las despierte. ¿Problema? Ese alguien es el mismo que la despertó primigeniamente.

Todos nacemos con ese sentido de “vacío”. El caso es que, hasta que alguien no lo llena, no somos conscientes de que lo poseemos y, cuando esa persona se aleja, nos golpea de tal manera que te quedas sentimentalmente noqueado. Sí, estoy aturdido. He pasado un día bastante depresivo, mis típicas bromas bañadas en perversión han salido forzadas, mis ojos intentaban evitar estallar en un llanto. Lo evité sí, hasta que en la soledad, cuando las mariposas de mi estomago se criogenizaron totalmente, me rompí e inevitablemente volví a llorar.

Llorar es una expresión de los sentimientos incontrolable que nos hace en parte lo que somos, humanos. Los seres humanos son, según los estudios científicos, el único mamífero capaz de llorar en consecuencia a un estímulo sentimental, no solo frente al dolor. A lo largo de la mañana he llorado, incapaz de detenerlo y ofuscado de que sucediese. Por la tarde, más de lo mismo. Ahora durante la noche… Estoy por rezarle a Dios, cosa que no hago nunca, y pedirle que se apiade de mí. No me gusta llorar, me hace expresar mis sentimientos de forma incontrolada y no me gusta que las cosas escapen a mi control, que la gente me vea y sepa que soy frágil.

Mi mitad se ha alejado de mí. Maldigo a aquellos dioses que me dividieron, que me hicieron necesitar a otra persona, pero inevitablemente los bendigo. Gracias a ellos he conocido el sentimiento más bonito que hay, amar, del cual he huido desde que tengo juicio. Aborrezco que me hagan llorar de tristeza, sí, pero también sonrío taimado por las otras lágrimas, esas que se me escaparon sin querer la primera vez que me dijiste te amo, las mismas que cuando por las noches te abrazaba se escapaban inevitablemente y sin que lo supieras mojaban mi almohada, nuestra almohada, esas que me hicieron débil ante ti cuando me miraste a los ojos y me sentí a salvo, tranquilo… Las mismas lágrimas que me hicieron, solo a tu lado, sentirme completo.

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