¿Dispuesto a vivir?

Vivir significa enfrentarse a la vida. Reir, discutir, sentir. Enfadarse y alegrarse. Opinar. Aceptar y rechazar. Vivir comprende un término base: luchar. Desear no morir. Querer seguir adelante siempre. Vivir significa querer vivir bien. No dejar que el tiempo pase y morir deprimido. Intentemos hacer que nuestra vida sea mejor. Hablemos... No sé, ¿de vivir?

domingo, 11 de diciembre de 2011

El paso del tiempo


Resulta sorprendente como lo que vivimos puede llegar a cambiar nuestra forma de afrontar las cosas y el modo en el que reaccionamos ante las distintas situaciones.

Supongo que es lo que se llama crecer, madurar. El caso es que por fin he sido realmente consciente de que para nada se trata de la edad, si no de las cosas que a lo largo de la vida te toca afrontar.

El hecho de crecer es una metáfora, los conocimientos al respecto de nuestro entorno solo podemos adquirirlos viviendo. Es necesario pasar tanto por momentos felices como por momentos tristes para llegar a aprender que no todo lo que es oro deslumbra y que las cosas malas, con el tiempo, se desvanecen.

Llevo varios días pensando en todo lo que está aconteciendo en mi vida. En las elecciones que he tomado y sigo tomando y en como estoy reaccionando y actuando en consecuencia de ellas y me he dado cuenta de que, si no fuera por todo el bagaje que llevo a la espalda, todo hubiera sido muy distinto.

Hace un par de años con las elecciones que hubiera tomado entonces si hubiera estado en las mismas situaciones, nada sería como es ahora. Con tantas cosas en las que pensar hubiera estallado, me hubiera impacientado y hubiera hecho que todo reventara para que parara. Sigo siendo esa persona que no soporta las situaciones de suspense en su propia vida, sin embargo he aprendido a manejarlas. Las cosas suceden cuando tienen que suceder, es por ello que necesitamos intervenir en ellas en el momento adecuado, no acelerarnos para caer al vacío.

Muchas son las personas que me han enseñado multitud de posturas de enfrentarse a la vida, muchas son las situaciones por las que he pasado que han hecho que sea consciente de la importancia del tiempo y de la buena racionalización del mismo en tanto que deseemos llegar a una buena resolución de los problemas.

El tiempo es oro, cada segundo que pasa sin que hagamos nada es un segundo desperdiciado, pero cuando cada uno de esos segundos que pasan no son más que una sucesión temporal que un día nos llevará al tiempo que deseamos, cada segundo adquiere más valor. La impaciencia no es buena y, al igual que las palabras, cómo y con quien las usamos poseen una fuerza abrumadora, el momento en el que las utilicemos no deja de ser menos importante.

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