El niño Husky le aulló
a la luna, sin respuesta.
Qué amor más intenso,
que dolor más desgarrador.
Qué luz más lasciva,
que deseo sin razón.
Había perdido su sino,
las sombras inundaban su final.
Sus colmillos despuntó,
peleando contra ellas a matar.
Y cuando todo parecía perdido,
la negrura su destino cohibió.
Ahora es cuando me paro a pensar,
cuando todo está roto,
su alma abandona su hogar.
Sus ojos aun distintos,
muestran lo que un día poseyó,
siendo su ojo más brillante,
aquel en el que su alma se postró.
No hay comentarios:
Publicar un comentario