Me he vuelto a perder. Resulta curioso cómo sin darte cuenta
vuelves a caer en lo mismo una y otra vez. Es como si tuviera esa habilidad
innata para encontrar la piedra con la que tropezarme, llevármela a casa y
colocarla en en el suelo, junto a la alfombrilla de entrada de la puerta
principal, dejándola expectante de encontrarse conmigo de nuevo.
Y me ha encontrado, otra vez. La parte positiva de esto es
que no ha hecho falta ningún hundimiento ni ningún momento de catarsis personal
dramática para darme cuenta de ello. He mirado la piedra, ella me ha devuelto
el gesto con sorna y yo he decidido tirarme corriendo a ella. Es lo que me hace
humano, lo que me recuerda que estoy vivo para cagarla una y otra vez de forma
estrepitosa, resulta casi hermoso, casi.
La gente cambia, normalmente se dan cuenta de las cosas que
fallan a su alrededor y las arreglan, yo también cambio, pero para meter más la
pata. No estoy orgulloso de ello pero me he dado cuenta de que si realmente me
molestara hubiera modificado esa actitud de mí y no me apetece, quizás sea
orgullo, demasiado amor propio o simplemente se trata de querer mantener mi
esencia, algo solo mío. Yo soy yo con todas mis consecuencias y creo ciegamente
en que lo que más me conforma no son tanto mis virtudes sino mis defectos.
Es por ello que he decidido irme de ruta, he recogido todas
las piedras del camino que me gustan o en las que veo algo curioso, he recogido
las buenas, las malas, especialmente esas que más me irritan, y las he dejado en
la puerta. Ahora están ahí, esperando todas juntas, relacionándose entre ellas
y creando algo fuera de lo común, algo solo mío. Mañana tocará cruzar el
alfeizar y ver sobre que piedra tropiezo, que nueva catástrofe acontecerá. Podría
parecer casi un suicidio, pero es uno emocionante. Saber todos los sitios en
los que puedes meter la pata o salir beneficiado y haber tenido el valor de
llevártelos a casa es digno de mención, demuestra que una hostia a tiempo
hubiera arreglado mucho, pero supongo que ya es tarde. Se siente.
Puede que esta actitud repentina no sea sana ni racional,
pero a quién le importa, total, soy humano, tengo la excusa perfecta.