No importa cuánto te esfuerces en
algo, siempre habrá algo que hará que se fastidie e incluso todo ese empeño
puede ser el detonante de algo que no esperabas venir.
La vida gira, da vueltas y avanza
sobre sí misma y por encima de nosotros. El tiempo pasa a la misma velocidad,
sin ser conscientes de cómo las cosas cambian sin prácticamente darte cuenta,
sin poder hacer nada para evitar su curso.
Llevo un par de semanas en la oscuridad,
por decirlo de alguna manera digna. Cuando eso sucede me da por escribir, como
ahora. Resulta curioso como la expresividad va ligada a los extremos, la
mayoría de mis entradas van sobre la superación de malos momentos, el compartir
la felicidad de los buenos y el recordar que no importa qué suceda, al final
del día, estamos solos.
He aprendido que las discusiones
son absurdas a menos que ambas partes deseen solucionar el problema. De otra
manera el asunto se convierte en una verborrea de palabras dañinas, insultos y
faltas de respeto de las cuales, al final, nos arrepentimos y, más que arreglar
la situación, destruyen los pocos atisbos de algo bueno que podía quedar.
Quizás mi actitud en general con
esto se vea como una forma de huir a los problemas, pero todo lo contrario.
Cuando alguien a quien aprecio me hace daño o yo mismo hago algo que pueda
perjudicar a otra persona, lo doy todo por solucionar lo sucedido, siempre que
esa persona muestre ese sentimiento de querer arreglarlo. Sin embargo, si sé de
forma premeditada que una discusión va a desembocar en más problemas que
soluciones o que dicha persona no muestra más que indiferencia pago con la
misma moneda: no me molesto.
Los últimos años de mi vida he
perdido a muchas personas, ganado a otras y puedo contar con los dedos de las
manos las que permanecen a mi lado. Esas personas son las que desafían al
tiempo, las que rompen la temporalidad de lo corriente luchando contra lo habitual,
fortaleciéndose ante los cambios y, por suerte, manteniéndome a su lado, haciéndome
participe de sus vivencias y, así, alimentando las mías.
La gente que de verdad importa
siempre estará ahí y esta entrada, en el fondo, va para ellos. Gracias por
seguir a mi lado, servir de paño de lágrimas y potenciar mis carcajadas. Sin
vosotros, no sería quien soy.